[fragmento de novela]
El contorno de la mesa profería los límites de la conversación. Estaba equivocada. Ella insistía que él amaba una cosa fuera de sí, inaprensible. Sin embargo, él creía todo lo que amaba en ella y sonreía solo. Era de una sencillez tan pristina que explicarlo era una tontería. Nada importante. Sucede que los platos, los tenedores, las servilletas, los vasos y el mantel eran el lienzo de una cena que nunca ocurriría.