Pájaros

[fragmento de novela]

– Porque siempre me pareció que los pájaros hablaban de un tiempo por venir, no que hablaban literalmente, son metáforas, símbolos, la línea invisible que se traza de un pasado a un futuro a las alas abiertas  del ahora. Por los pájaros conocerás los temporales. – miraba hacia la lejanía como quien mira un recuerdo.

 Y el tiempo. – se escuchó la voz cansada.

El vapor del agua en hervor inundaba el cuarto. Era el anís estrellado y canela para alejar los malos espíritus del lugar.

Un asunto siniestro había en los álbumes familiares. Cada vez lo humano era más lejano. Venimos de escribirnos cartas hasta tener encriptado el pensamiento. Estos pájaros no eran de carne, eran imágenes líquidas, el deseo de alguien. Veníamos huyendo de unos pájaros inquietos, insatisfechos.

Y ese olor me llevaba a la memoria que nunca pude asir, pero de la cual me hablaban mis tías. La mesa servida, la mesa con la cena concluída, desordenadas las servilletas y el plato servido con postres de arroz, de harinas, el extracto de vainilla, el anís y su corteza fractaria. Por qué hubo un tiempo de álbumes y memorias cuando íbamos directo al paisaje de la ruina. La ruina como número al que se asiste para aliviar la ausencia, la música de una alegría que antes se esbozaba como fórmula de vida, mucho antes que los pájaros.

La estopilla de hilo blanco con un patrón de fractales de Vicsek, era lo único interpuesto entre nuestra mirada y el horizontes. Y en el tendido eléctrico, dispuestos en orden, los pájaros, allí quietos como estatuillas de ébano.

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